Reflexiones, miradas, comentarios por Luis Agustoni

Un error catastrófico. En la obra "Sólo sin ti" de Bernard Sevarien, el protagonista padece la descalificación constante de una mujer a quien ama apasionadamente y cuya aprobación necesita.
El tema es interesante. Todos necesitamos el reconocimiento y la valoración de nuestra persona, nuestras acciones y nuestras cualidades, y también indulgencia y aliento para nuestras fallas, errores, defectos y fracasos, por parte de las personas que amamos. Esto que los padres dan naturalmente a los niños, a veces lo dejan de dar cuando los hijos se hacen jóvenes y adultos.
Pareciera en ese caso que la independencia del hijo, o del cónyuge o el compañero, lo vuelven sospechoso. Se teme que si se lo elogia, si se lo destaca, si se lo exalta, se volverá caprichoso, egoísta y distante. Por lo tanto, hay que mantenerlo siempre luchando por un elogio que nunca llega, y padeciendo una crítica que siempre recibe. La ausencia de elogio y la abundancia de crítica es un instrumento al servicio del sometimiento.
En algunas personas, se combina con un perfeccionismo que nace del dirigismo, y que encuentra constantemente falencias para mantener su dominio. Toda persona normal necesita los elogios, pero si los vincula al amor, y hace depender su bienestar del hecho de recibirlos, comete un error catastrófico, porque es posible que nunca los reciba, y se condene al eterno malestar.

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Vanya en la calle 42. ¿Por qué no me atraparon del todo los actores a cargo de Vanya y Astrov, los pilares de la pieza? Más allá de la falta de consonancia física entre Wallace Shawn con mi imagen de Vanya, y de Larry Pine lejos de la obsesividad, la ensoñación, el desencanto y las angustias de Astrov, intuyo una imposibilidad mayor. Así como el actor norteamericano sale habitualmente derrotado cuando confronta con Shakespeare, intuyo que un traspié similar le espera con Chéjov.
- Psicología de masas – me comenta Mauro Langer con desprecio, mientras mastica con dificultad un vigilante con crema pastelera – Jung, tenía razón, existe el alma colectiva. Un actor norteamericano no puede entender a los rusos.
- Las dos actrices son de la misma nacionalidad y están fantásticas.
- Las actrices no tienen nacionalidad, son como las mujeres en general, universales. – Nunca sé si me habla en serio o me está cargando.- Los hombres son el problema. Un norteamericano es rotundo, claro, consistente y entero. No entiende la contradicción, cuando ve un problema trata de solucionarlo hasta que no le moleste más. Un ruso es como un argentino, complicado, oscuro, contradictorio, fracturado. Cuando tiene un problema tiende a agravarlo hasta que se vuelva insoluble, no por masoquismo, simplemente porque se siente bien así. Cuando la cosa no tiene más remedio, el ruso se toma una botella de vodka, canta baladas tristes, y es feliz. ¿Viste los norteamericanos cuando bailan el tango? Parecen jugadores de béisbol. Porque tratan de sentirse bien. Para vivir a fondo el tango, hay que sentirse mal. Si no hay un hombre solo, pobre, sin trabajo, con una madre vieja y enferma y una malvada que lo dejó por otro que tiene guita, no hay tango. Si no hay un tipo lleno de amargura y de bronca abrazado con pasión a una mujer orgullosa e imposible, el tango no se puede bailar.
El viejo es un prejuicioso, un exagerado y un tramposo, y me disgusta el ruido que hace cuando sorbe el café con leche. Pero a veces me deja pensando.

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Archivo periodístico de 2004. El propio funeral. Manifestaciones de una secuestrada en Colombia que fue liberada. "Después del secuestro mi vida cambió radicalmente. Saldé todas mis cuentas, mis ilusiones, mis frustraciones y mis afectos. Ya no tengo odios ni amores, me desapegué de todos, no me hacen falta. Ya no quiero trabajar fuerte ni conseguir cosas. No quiero otra vida, agradezco tener lo que me queda de ésta y la disfruto con sencillez. Tampoco quiero estudiar más ni volver a fiestas. De los logros y los amigos también me despedí. Todo está bien ahora. Ya asistí a mi propio funeral y recibí las visitas. Me di cuenta de que lo único pendiente que tenía era mi hijo. Estoy procurando su independencia en todo sentido. El resto ya no existe. El susto tampoco, perdí todos mis miedos. El verde de las montañas me es familiar. Y me enternecen algunos instantes vividos en cautiverio, así como algunas crónicas que leo de otros secuestrados."
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Otelo. Me decepciona ver esta versión del gran Orson Welles, considerada un clásico de la historia del cine.. Su guión es preciso, claro y cinematográfico, su sentido estético es formidable, la originalidad en la resolución visual de cada escena es total. Pero la actuación es pésima. Mac Liammoir es un villano de opereta, sin seducción, encanto ni credibilidad, malvado de la cabeza a los pies, y para peor petiso, gordo y torpe en su estilizado traje de Carpaccio. Desdémona es gélida, Cassio no seduciría ni a un marroquí, y el mismo Welles, con su grandiosa apostura y su potente voz, está rígido, acartonado y poco humano. No lo vemos sufrir. Para peor, en sus arranques feroces, el director haragán se pone de espaldas y manda su tonante voz a través del doblaje. Sorprendió.

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Visto en pantalla. "All the king's men", sobre una hermosa novela de Robert Penn Warren protagonizada por Sean Penn. Describe la carrera de un Perón norteamericano, Huey Long, un gobernador muy popular de tendencias reformistas, que por supuesto no terminó en el exilio, a nuestro estilo, sino muerto a tiros, como les gusta a los cowboys.

- Esa solución se practicaba en la Rusia zarista del siglo XIX –sostiene Ulises, que pasa sus ratos libres en la Biblioteca Popular Octavio Augusto Paz de Nueva Pompeya, escudriñando viejas enciclopedias.- el zar, padre de todas las Rusias, cuando no lo mandaban matar sus familiares, como hizo Catalina la Grande con el marido, de vez en cuando recibía en su carroza una bomba tirada por algún anarquista y saltaba por el aire. Esta costumbre de liquidar al soberano estaba tan arraigada, que una vez un embajador ruso, interrogado acerca de la cuestión, contestó impávido: "nuestro sistema de gobierno es la monarquía absoluta moderada por el asesinato". Habida cuenta de los episodios recurrentes del gran país del Norte, podemos considerar como su sistema de gobierno la república presidencialista controlada por las balas. Explicame algo, vos que sos un entendido en esto; yo vi en documentales discursos de Huey Long; era rudo, zafio, y muy extemporáneo. Pero Sean Penn es todas esas cosas tres veces más. ¿Me podés explicar por qué?

Guardo silencio con esa expresión ambigua que encubre la incapacidad de contestar. Diga lo que diga Ulises, Sean Penn me encanta hasta cuando se equivoca.

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Mentalidades. Hay dos mentalidades básicas en la clase media, la del trabajo y la del negocio. En la mentalidad de trabajo, se tiene como principal valor un puesto seguro, que antes de las crisis era un empleo en el estado o en una empresa, si se trata de simple educación secundaria, y un cargo público o empleo ejecutivo o directivo si se posee formación terciaria; ya sea con la pertenencia al estado o a una empresa, o con el ejercicio independiente de una profesión liberal, se accede a los mejores ingresos y a la seguridad económica, pero a través del esforzado trabajo cotidiano a lo largo de toda una vida.

La mentalidad de negocios es diferente. Se es audaz y ambicioso y se corre un riesgo, con una inversión o el montaje de un negocio. El objetivo es ganar mucho dinero si sale bien, y no perder demasiado en caso contrario. El propósito es hacerse rico y poderoso con lo que se gane cuando acompañe la suerte. No se cree en el trabajo cotidiano sino en ese único golpe de fortuna que nos salva para siempre y nos permite vivir sin trabajar.

En nuestro medio es frecuente valorar con admiración la primera y fantasear con ilusión con la segunda.


Comentarios

  1. muchas gracias por su nutricia tarea profesor , cordial saludo desde san luis

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